Andaba por las calles desorientadas de mi vida. mientras mi cuerpo jugaba con mi mente. y mi mente giraba de manera desorbitada. trescientos sesenta grados en punto muerto. que me hacían no entender por qué tantos altibajos, por qué tantos desengaños. odiaba decir una vez más a todo lo que no me salía bien. a todo eso que empecé a creer y que al poco se derrumbaba sin avisar. preguntándome el qué, de hasta lo más insignificante. qué donde quedaba todo lo que yo había construido, qué porqué una de cal y otra de arena, qué por qué tenía que sobrevivir a tantas curvas. rechazaba tener que respirar lo más hondo posible en cada salto, o tener que cerrar los ojos en cada obstáculo. sin apenas respuesta. sin recompensa. solamente yo, y un soplo de impulso. el necesario para aceptar que el límite no estaba dispuesto a ceder unos centímetros, y que de nuevo empezaba a contar de cero.
c.gonzález
El límite depende de nosotros y no al revés. Si lo ponemos en su siitio, comprenderá que quien manda somos nosotros.
ResponderEliminarBesazos guapa, os echo de menos, pero no llego a más :)
Todo depende de ti... así que... simplemente decirte: Que la fuerza te acompañe :)
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, guapi
preciosoo
ResponderEliminarsomos un nudo de contradicciones :)
ResponderEliminarEn eso consiste en la vida, en hacer y deshacer, intentar, ganar y perder, en seguir cayéndonos todo el rato. Qué aburrido sería si no.
ResponderEliminar♥
A veces me gustaría teneros más cerca, son tantas maneras de pensar, que igual complementarían. Gracias :)
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