martes, 9 de agosto de 2011

Días de verano

Vacaciones. No llevo la cuenta de los días de verano que han pasado. Pero si de todos los momentos que llevo vividos dentro de él.
Mil cosas. Mil apuntes encima del escritorio, mil salidas y entradas, mil días de sol y nubes, mil días de cielo azul, de atardeceres eternos y noches inmensamente cortas. Mil horas de sueño perdidas que jamás se recuperarán, de noches en vela, de días de calor, de mucho calor. De días de playa, de piscina, de leer libros a la sombra mientras pasan aviones sobre tí, de chillar cuando hay olas en la playa, de cenas, de paseos, de gastar litros de aceite para ponerte morena, de helados, de esa bebida roja que apenas me gusta y a los demás les encanta, de bares, de fotos, de conversaciones, de noches en definitiva, noches bonitas. Días tontos, algunos más que otros.

He conducido, he llevado a gente, me han llevado a mi por supuesto, he dado mil vueltas, he estado en cumpleaños, y me lo he pasado genial, he salido con compañeros de clase, he patinado, he dejado mis patines, me han dejado los suyos. He pasado horas y horas con mis amigos, de esos que conoces de hace más de 20 años, de esos que conoces bastante bien. He reído, he sonreído, me he cabreado, se me a pasado, seguramente habré dicho barbaridades, luego me habré arrepentido, he pedido perdón, creo que le he dado vida a la mayoría de los verbos que aparecen en el diccionario.

Pero aún no han terminado los diás, juraría que quedan muchos momentos inolvidables, infinitas risas, espero que menos cabreos, muchos mensajes, llamadas y de todo eso que he puesto antes, como por ejemplo los miles de apuntes encima de mi mesa, coleccionando una gran capa de polvo, o esos días que aún quedan de playa, aunque sean pocos.
Pero empieza a acabarse, todo acaba para que empiece otro trozo de vida. Y eso es necesario. Ya mismo empieza un nuevo curso, nos veremos menos, cambiamos el moreno por ese maravilloso blanco transparente que tenemos en invierno, habrá más días de nubes que de sol seguramente, lloverá, cambiaremos helados por castañas, bañador por abrigos de lana, dormiremos debajo de millones de mantas, se reduce a menos salidas y menos paseos. Todo se apaga más, pero vienen otros momentos, supongo que buenos. Espero que sean buenos. Ves gente de hace tiempo, compañeros de curso que en este verano no has visto, que en el fondo echas bastante de menos, y otros que sí has visto y te gustaría ver más. Pero también me queda algo. Y esto es durante todo el año, mucho más permanente. Tú. Con la misma intensidad, las ganas de verte siguen siendo las mismas, no me da tiempo a echarte de menos y todas esas cosas, por que te tengo cerca.

Pero, hoy paso de todo (de forma positiva claro). Y empieza una etapa en relación a mi blog distinta. Menos peculiar, y más accesible. No voy a mirar esas cosas malas que miraba antes, me faltan ganas, en serio. Dejaré las cosas pasar y pasar, lo juro. Todo tiene un cauce. Esa es mi conclusión. Por que ahora veo las cosas bastante mejor, o será hoy uno de esos días que no le veo problemas a nada. Y que creo que a pesar de mi dolor de cabeza insoportable, hoy estoy super contenta. Bueno. Miento. Afirmo que me acabo de poner contenta y no tengo ni motivos para justificarlo.

Cris. 

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